A punto de cumplir 51 años, voy a hacer una reflexión, que es más mi experiencia personal que otra cosa, acerca de si es importante o no comenzar a practicar Aikido a una determinada edad.
En general, aunque todo es opinable, supongo que el hecho de empezar cualquier actividad, del tipo que sea, a una edad temprana (alrededor de los 5 años), tiene la gran ventaja de que nuestro cuerpo es más receptivo a cualquier enseñanza nueva, y tiene una mayor capacidad para integrar esos nuevos conocimientos de una forma más natural que si comenzamos a una edad más tardía. Todo eso que aprendemos de niños nos sale de forma instintiva, natural, sin pensar, como si fuese un acto reflejo. En el caso del Aikido tenemos, además, como en otras tantas actividades en las que se utilizan más las capacidades físicas que las intelectuales, que a edades tempranas la flexibilidad de nuestro cuerpo es mucho mayor que a medida que cumplimos años.
Para llevar la contraria a lo que he dicho anteriormente, he de decir que comencé a practicar Aikido con 45 años (este mes de febrero acaba de hacer cinco años de mi “bautismo”). El hecho de que en Aikido no exista combate (kumite, en japonés), a diferencia de otras artes marciales, fue una de las cosas que lo hizo atractivo para mí. Nunca he tenido vocación de que me partieran la cara, ni de partírsela a los demás, por supuesto, y a la edad que comencé a practicar Aikido seguía sin tener esa intención.
Alguien habrá que piense que 45 años son muchos para comenzar con el Aikido, pero lo cierto es que no se requiere ninguna condición física especial para practicarlo. El Aikido se adapta perfectamente a la edad de cada uno y, en mi caso así ha sido. Bien es cierto que, independientemente de la edad, la práctica, la constancia y el compromiso son los pilares fundamentales para conseguir avanzar y adquirir la destreza y rapidez suficientes para ejecutar las técnicas de la forma más precisa posible. Unos aprenden y asimilan las cosas de una forma rápida, casi natural; otros, como es mi caso, necesitamos esforzarnos más, porque aprendemos más despacio. Lo importante es saber a dónde queremos llegar.
Poco a poco he ido integrando el Aikido en mi vida, y hoy me resultaría impensable dejar de practicarlo. Cuando comencé no tenía claro del todo si era demasiado tarde para empezar, y ha quedado demostrado que no lo era en absoluto.
Desde aquí quiero animar a todos aquellos que están pensando que es demasiado tarde para empezar, a que den el paso. Que vengan a vernos al tatami y que se animen.
Un abrazo.
Leopoldo Iglesias
Presidente del Club Takemusu Aikido Tradicional Cantabria
FACEBOOK COMMENTS WILL BE SHOWN ONLY WHEN YOUR SITE IS ONLINE