UN CURSO DIFERENTE

Por Miguel Ángel Minchero (Minchi). Publicado el 22 de enero de 2018.

El curso de preparación para paso de grado dan, impartido por nuestro Director Técnico, Sensei Juan Carlos Santurde, ha destacado por lo diferente.

Diferente, porque en todas las sesiones se ha trabajado tanto bukiwaza como manos vacías, cosa que no suele ser muy habitual en esta clase de cursos, que suelen estar más centrados en la repetición de secuencias para examen que en la preparación e integración de los principios técnicos que se esperan de los candidatos.

Diferente, porque el curso fue un todo integrado, construido desde los principios técnicos de kokyu-ho y movimientos de cadera fundamentales, y en ver cómo técnicas y ataques distintos acababan teniendo estos puntos en común.

En este aspecto, destacar que a pesar de estar concebido el curso como un todo, las sesiones estaban construidas para ser independientes entre sí, demostrando nuestro Director Técnico su evolución no sólo en la maestría técnica sino también en sus recursos pedagógicos.

Diferente, porque los veteranos pudieron “dar un paso adelante”, y ver las técnicas propuestas desde el punto de vista más marcial, con posible aplicación real, y estudiando los errores más comunes durante su realización y el porqué de los principios técnicos aplicados.

Diferente, porque a pesar de la diferencia de niveles en el tatami (había desde quinto dan hasta cintos blancos con apenas unas semanas de experiencia) hubo trabajo para todos. Literalmente. A cada nivel se le dio su trabajo específico, y todos pudimos disfrutar y 


aprender lo que realmente necesitábamos en función del nivel, sin necesidad de tener que discriminar la información que necesitaban los más noveles, o reiterar en conocimientos ya conocidos por los más veteranos.

Diferente, porque el ambiente fue realmente de dojo, no de curso. Los noveles se vieron arropados por los veteranos de manera espontánea, siendo éstos ayudados a aprender aspectos técnicos que les costaba asimilar en un alarde de paciencia, solidaridad y cariño. Gracias a esto se creó un ambiente de camaradería y “buen rollo”, que luego tuvo su reflejo en las cervezas de después de las sesiones.

Lejos de frenar a los veteranos, los trabajos propuestos a pesar de la diferencia de niveles casaban unos con otros, no entorpeciendo el trabajo de ninguno y todos pudimos aprender y practicar sin ningún tipo de limitación.

Diferente, porque sólo hubo grados en el comienzo y final de las clases, durante el saludo ceremonial. Después no había diferencias, sólo compañeros.

En resumen, un curso para repetir, donde todos salimos con nuevos conocimientos técnicos, con nuevos conocimientos tácticos, con nuevos conocimientos pedagógicos y con nuevos amigos.


Domo arigato gozaimashita.


Miguel Ángel Minchero (Minchi).

Maestro Nacional. Instructor del Club Takemusu Aikido Tradicional Cantabria


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